Queridos lectores:
El pasado día 27 de septiembre tuvo lugar en Valdebebas (Madrid) la ceremonia de beatificación de don Álvaro del Portillo. A partir de ese momento en la Iglesia lo nombramos con el nombre de beato.
Les cuento esto no como mero dato histórico, o como una reseña de la historia de la iglesia española. Les voy a mostrar el favor que este santo me consiguió al interceder por mí ante un favor que le pedí. Emplearé un extracto de la carta que escribí hace tiempo para que quedara constancia de este hecho.
Mi nombre es José Antonio Sánchez Salvador. Soy Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad de Granada, es decir, soy colega del inminente beato y queridísimo mío don Álvaro del Portillo. Soy Supernumerario de la Prelatura del Opus Dei y actualmente vivo en Asunción, capital de Paraguay, gracias entre otras cosas al favor que disfruté hace unas semanas. Para poner al lector en antecedentes creo necesario explicar la historia de mi noviazgo, así como la coyuntura laboral de España.
María Auxiliadora, o Auxi para los que la queremos, goza desde hace ya bastantes años de un trabajo estable en la República del Paraguay. Tras unas gestiones, consigue el visto bueno de sus jefes para disfrutar de seis meses de permiso por capacitación. Durante este período de tiempo, viajará a Sevilla para estudiar un curso de postgrado. En esta fecha se hizo viable conciliar su interés por aumentar su formación académica con la primera etapa de nuestro noviazgo. Ambos coincidíamos en que no era posible seguir sin vivir en la misma ciudad.
Una vez transcurrió la mitad del período, a principios del año 2014, Auxi y yo, estuvimos reflexionando sobre la decisión que tomaríamos una vez se extinguiera su permiso por capacitación en España. No sabíamos bien qué proyecto empezar a construir. Las posibilidades eran dos. Bien ella renunciaba a su trabajo estable en Asunción y nos establecíamos en Sevilla, ciudad en la que trabajaba yo en aquél momento para una multinacional de energías renovables. O bien, renunciaba yo a mi trabajo de Ingeniero Responsable del Área de Estructuras y me iba haciendo la mochila a la búsqueda y captura de un futuro en Paraguay. Haciendo uso de mi olfato ingenieril, investigo y descubro que por estas fechas el desempleo en Paraguay era tan sólo del 6 ó 7% y en España era del 40% entre la gente joven de Andalucía. Además, en 2013 la economía paraguaya creció a doble dígito, exactamente al 13%. Estaba suficientemente claro que me tocaba a mí emigrar, pues de lo contrario difícilmente hallaría ella un trabajo en España. Habría sido egoísta por mi parte agotar la otra posibilidad.
Tomada la decisión, empecé a mandar currículos vía e-mail. Empecé por las ofertas que vi en la bolsa de trabajo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción. En la primera semana no recibí ninguna contestación por parte de los anunciantes. Mientras tanto, un sacerdote de la Parroquia de San José, parroquia encomendada a la prelatura en Sevilla, me sugiere que encomiende esta búsqueda a don Álvaro. Así lo hice. Recé varias veces la estampa por la intención de encontrar empleo por allá.
A la semana siguiente, el día 16 de enero del 2014, envío mi CV al Ing. Javier Giammarinaro. Al día siguiente me responde al email, diciendo que él no buscaba a ningún ingeniero en este momento, que seguramente fuera una oferta antigua de empleo. No obstante, me dijo que leyendo mi curriculum, pensó que lo remitiría a otro compañero suyo que sí buscaba a un ingeniero con mi perfil. El mismo día 17 de enero, el Ing. José Gianinnoto contacta conmigo para mostrar su interés. Concertamos una entrevista on-line para el día 21. ¡Tras esta entrevista me quedo completamente asombrado! Resulta que en esta empresa necesitan un jefe calculista de estructuras, lo cual casa perfectamente con mis 9 años de experiencia laboral en España. Además, usan el mismo software que se usaba en mis trabajos anteriores. Y la normativa es la española para las estructuras de hormigón armado y la norteamericana para las estructuras metálicas. Teniendo en cuenta que los dos últimos grandes proyectos en que trabajé fueron en Arizona y California, ¿qué más casualidades puedo pedir? Todo encajaba a pedir de boca.
...
Para mí, quedó muy claro que estaba actuando agarrado de la mano de la Providencia. Tantas “casualidades” me dejaron totalmente tranquilo. Me eran suficientes indicios para tener por seguro que era lo que Dios quería de mí en este momento.
La semana siguiente dejé la empresa, con muchas muestras de cariño por parte de los que por tres años fueron mis compañeros y jefes.
El pasado día 27 de septiembre tuvo lugar en Valdebebas (Madrid) la ceremonia de beatificación de don Álvaro del Portillo. A partir de ese momento en la Iglesia lo nombramos con el nombre de beato.
Les cuento esto no como mero dato histórico, o como una reseña de la historia de la iglesia española. Les voy a mostrar el favor que este santo me consiguió al interceder por mí ante un favor que le pedí. Emplearé un extracto de la carta que escribí hace tiempo para que quedara constancia de este hecho.
Mi nombre es José Antonio Sánchez Salvador. Soy Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad de Granada, es decir, soy colega del inminente beato y queridísimo mío don Álvaro del Portillo. Soy Supernumerario de la Prelatura del Opus Dei y actualmente vivo en Asunción, capital de Paraguay, gracias entre otras cosas al favor que disfruté hace unas semanas. Para poner al lector en antecedentes creo necesario explicar la historia de mi noviazgo, así como la coyuntura laboral de España.
María Auxiliadora, o Auxi para los que la queremos, goza desde hace ya bastantes años de un trabajo estable en la República del Paraguay. Tras unas gestiones, consigue el visto bueno de sus jefes para disfrutar de seis meses de permiso por capacitación. Durante este período de tiempo, viajará a Sevilla para estudiar un curso de postgrado. En esta fecha se hizo viable conciliar su interés por aumentar su formación académica con la primera etapa de nuestro noviazgo. Ambos coincidíamos en que no era posible seguir sin vivir en la misma ciudad.
Una vez transcurrió la mitad del período, a principios del año 2014, Auxi y yo, estuvimos reflexionando sobre la decisión que tomaríamos una vez se extinguiera su permiso por capacitación en España. No sabíamos bien qué proyecto empezar a construir. Las posibilidades eran dos. Bien ella renunciaba a su trabajo estable en Asunción y nos establecíamos en Sevilla, ciudad en la que trabajaba yo en aquél momento para una multinacional de energías renovables. O bien, renunciaba yo a mi trabajo de Ingeniero Responsable del Área de Estructuras y me iba haciendo la mochila a la búsqueda y captura de un futuro en Paraguay. Haciendo uso de mi olfato ingenieril, investigo y descubro que por estas fechas el desempleo en Paraguay era tan sólo del 6 ó 7% y en España era del 40% entre la gente joven de Andalucía. Además, en 2013 la economía paraguaya creció a doble dígito, exactamente al 13%. Estaba suficientemente claro que me tocaba a mí emigrar, pues de lo contrario difícilmente hallaría ella un trabajo en España. Habría sido egoísta por mi parte agotar la otra posibilidad.
Tomada la decisión, empecé a mandar currículos vía e-mail. Empecé por las ofertas que vi en la bolsa de trabajo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción. En la primera semana no recibí ninguna contestación por parte de los anunciantes. Mientras tanto, un sacerdote de la Parroquia de San José, parroquia encomendada a la prelatura en Sevilla, me sugiere que encomiende esta búsqueda a don Álvaro. Así lo hice. Recé varias veces la estampa por la intención de encontrar empleo por allá.
A la semana siguiente, el día 16 de enero del 2014, envío mi CV al Ing. Javier Giammarinaro. Al día siguiente me responde al email, diciendo que él no buscaba a ningún ingeniero en este momento, que seguramente fuera una oferta antigua de empleo. No obstante, me dijo que leyendo mi curriculum, pensó que lo remitiría a otro compañero suyo que sí buscaba a un ingeniero con mi perfil. El mismo día 17 de enero, el Ing. José Gianinnoto contacta conmigo para mostrar su interés. Concertamos una entrevista on-line para el día 21. ¡Tras esta entrevista me quedo completamente asombrado! Resulta que en esta empresa necesitan un jefe calculista de estructuras, lo cual casa perfectamente con mis 9 años de experiencia laboral en España. Además, usan el mismo software que se usaba en mis trabajos anteriores. Y la normativa es la española para las estructuras de hormigón armado y la norteamericana para las estructuras metálicas. Teniendo en cuenta que los dos últimos grandes proyectos en que trabajé fueron en Arizona y California, ¿qué más casualidades puedo pedir? Todo encajaba a pedir de boca.
...
Para mí, quedó muy claro que estaba actuando agarrado de la mano de la Providencia. Tantas “casualidades” me dejaron totalmente tranquilo. Me eran suficientes indicios para tener por seguro que era lo que Dios quería de mí en este momento.
La semana siguiente dejé la empresa, con muchas muestras de cariño por parte de los que por tres años fueron mis compañeros y jefes.
A 23 de febrero de 2014. En Asunción, Paraguay.
Sigo agradecido todavía de este favorazo. Les animo a que le recen, porque estoy seguro de que está en el cielo deseando interceder por todos nosotros.
¡Ánimo, que tan sólo necesita el detonante divino de tu oración!
Si queréis saber más acerca de él, podéis visitar este sitio web:
http://opusdei.es/es-es/section/mons-alvaro-del-portillo/
Hasta la próxima mis queridos lectores.
Si señor. He tenido la gran suerte de ser testigo de lo que se narra
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